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Navidad y milagros
Tengo fe, creo en el hombre y sé que los milagros existen.
Suelo despertarme con el piar de los pajaritos y en ese estado de semiconciencia pido milagros al Primer Creador. Mi dormitorio da a un jardín donde es posible escaparse, incluso del reloj. Sus altos muros están cubiertos de hiedra. Las palmas abrazan en sus troncos, cuatro camastros de orquídeas; hay un árbol de laureles rosados, una malla de ixoras rojas y finalmente un “galán de noche” con fragantes florecillas blancas, que me ha regalado mi comadre Marilú.
En este pequeño paraíso, donde el único lujo es el silencio y la calma, vivo mis celebraciones mas importantes y Navidad, la principal. Solo que no hay 25 de diciembre sin regalos, ni buenos deseos y es en este ambiente de bondades donde se fabrican mejor los milagros.
Los religiosos dirían que los milagros son la respuesta de Dios a nuestra oración; los metafísicos nos hablarán de la energía que logra materializarse; los cínicos hallarán respuesta en la casualidad… No desprecio ninguna teoría, pero lo milagrosamente cierto es que todo aquello que pedimos con la máxima fuerza de nuestra mente y amor puro de corazón, se nos dará, para bien o para mal. ¿Milagros de verdad? Por supuesto, comprendiendo que hay grandes y pequeños milagros.
En México todos creían que solo un milagro lograría que Kiko y Doña Florinda se dieran un abrazo tras años de peleas y rencores. Ocurrió en los funerales de Chespirito, el homenaje post mortem al inolvidable Roberto Gómez Bolaños, cuya partida enlutó a generaciones enteras que crecimos riendo con las escenas de la Vecindad del Chavo.
Como “milagrosa” también fue calificada la Acción Ejecutiva del Presidente Barack Obama, al ampliar la llamada Acción Diferida, en beneficio de los “dreamers” o estudiantes inmigrantes (y sus padres) que llegaron siendo niños a los Estados Unidos, (hasta 2007 y sin antecedentes penales) aliviando a unos 5 millones de personas que vivían con el terror de la deportación. Amigos en Nueva York me contaron que hubo farra de los ecuatorianos, con cebiche y hornado, porque se hizo realidad un sueño que parecía imposible.
Lo que aún parece imposible, y esperemos que se dé el milagro, es la paz en la vecina Colombia. En medio de las negociaciones entre el Gobierno y las FARC, un General fue secuestrado en circunstancias extrañas, y aunque fue liberado días después, el país se ha quedado perplejo, preguntándose hasta dónde pueden llegar los que se oponen a la firma de la paz y si debe Colombia confiar en una guerrilla que todavía secuestra mientras negocia la paz. No hay respuestas todavía y por eso en La Habana sigue vacía la mesa de negociaciones.
Aún así, la incorregible optimisma que vive en mí ya se ve reportando en vivo, la firma de la paz entre las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos, porque entiendo que solo avanzamos, si confiamos… Tengo fe, creo en el hombre y sé que los milagros existen.
Tal vez por eso ya están puestas las lucecitas en el jardín. Listo el menú navideño, mejorado por mi madre; risas garantizadas con las bromas de mis hijos, hermanos y sobrinos. Mi esposo presente, mis amigas-hermanas también y una lista de milagros por cumplir. ¡Feliz Navidad. Feliz 2015!
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