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Moda La moda, ¿no incomoda? A veces, vestir las últimas tendencias del momento se convierte en un verdadero problema para muchas mujeres. Entérate por qué y cómo resolverlo.


La moda, ¿no incomoda?

No es nada extraño que, para muchos, la moda se haya convertido más que en un estilo de vestir, en un estilo de vida. Y es que la publicidad, que nos bombardea a diario, juega un papel muy importante dentro de este mundo, pues fácilmente nos hace caer en la tentación de comprarnos los últimos zapatos o pantalones por la obsesión de lucir de acuerdo con las tendencias del momento, a pesar de que en algunas ocasiones eso signifique sacrificar la salud.


Aunque resulte un poco gracioso o utópico, hay muchas mujeres que buscan tener el cuerpo de las modelos o de las artistas, pues ven que a ellas todo les queda perfecto y siempre se ven bien. “La desesperación por encajar en una talla delgada  puede llevar a la depresión y al excesivo consumo de dietas sin supervisión, terminando en un serio trastorno alimenticio y no con una imagen saludable y bella”, expresa la sicóloga clínica guayaquileña, Cecilia Chávez Bowen de Larrea. Sin embargo, en la actualidad, someterse a un extremo cuidado físico es muy común, puesto que se busca conseguir un único fin: lucir bella y  a la moda.


 


Lucir regia = sacrificio


Una investigación presentada por el Congreso Internacional de Obesidad de Sydney, afirma que niñas de solo 5 años de edad ya son esclavas de la moda y que su apariencia física impacta directamente sobre sus gustos y autoestima. Asimismo, un estudio publicado en la revista italiana Salute Naturale revela que el 80% de las mujeres italianas sufre graves malestares  a causa de la moda, ya que llevar tacones altos, ropa extremadamente ajustada, bolsos pesados, entre otros, provoca que padezcan problemas circulatorios (43%), dolores de espalda (18%), excoriaciones e hinchazón de los pies (39%) o reacciones alérgicas (31%) en altos porcentajes, poniendo en riesgo su salud.


Sin embargo, estas dolencias a las que se ve sometida la mujer, se las conoce desde la antigüedad, pues en la Inglaterra victoriana a ellas se les exigía utilizar rígidos corsés para mantener una cintura diminuta, lo que les provocaba desmayos y les impedía respirar con normalidad. Algo similar sucedió en China, donde se impuso que tener pies pequeños era sinónimo de belleza, por lo que las niñas,  a partir de los 4 años, se los vendaban hasta quebrarlos e impedir su crecimiento. Pero sin ir tan lejos, hace un tiempo, el boom noticioso fue la valla publicitaria en contra de la anorexia colocada en Italia, en que la modelo francesa, Isabelle Caro, de solo 37 kilos (82 libras), se muestra como ícono de este mal que está acabando con la vida de tantas modelos, reinas y artistas, quienes en nombre de la moda y la belleza realizan extremos sacrificios alimenticios. “Todo exceso es negativo. En el mundo de los reinados me he topado con amigas cercanas anoréxicas y bulímicas que realmente necesitan ayuda profesional porque a pesar de que quieren recuperarse y salir de eso, no pueden”,  afirma una conocida reina de belleza de nuestro país. Esto lleva a cuestionar el poco valor que se le está dando a la salud y a la aceptación a la autotortura física y sicológica.


    


 Sí, incomoda


Estar en boga significa seguir un estilo establecido durante un tiempo específico, pero siempre teniendo en cuenta que la belleza interior es la que debe marcar esa pauta”, afirma Catalina de Wood, diseñadora de modas guayaquileña, quien concuerda con la especialista en sicología respecto a que el verdadero encanto de una mujer está en su personalidad y no en lo que pueda pensar el resto. “La aceptación social es muy importante, pues somos seres gregarios y no se puede decir que no nos interese lo que piensen los demás. Pero lo que debe pesar en nuestra balanza subjetiva es lo que pensemos nosotros a la hora de escoger el vestuario. Si algo nos hace sentir incómodas, aunque todos nos digan lo contrario, no lo debemos usar y punto”, menciona  la sicóloga Chávez, mientras añade que quienes son inseguros y sensibles al ridículo son también más proclives a las críticas y a permitir que la autoestima decrezca sin darnos cuenta, concluyendo así que moda no tiene porqué ser sinónimo de aceptación.


 


 


Víctimas de la moda


Cuántas de nosotras hemos dicho alguna vez, paradas frente a un clóset lleno, “no tengo nada qué ponerme”. La única culpable de esto se llama moda.   


Las compradoras compulsivas pueden ser víctimas de esta situación, quienes solo esperan algo de dinero para obtener cuanto lujo estético se les cruce en el camino, teniendo como aliada la amplia oferta disponible en las tiendas y como enemiga a la insistente presión publicitaria. De ahí las grandes deudas y los cupos de las tarjetas de crédito al límite.


Esa obsesión por emular y lucir como las estrellas, como Victoria Beckham, Jennifer López, Cameron Díaz o Catherine Zeta Jones (modelos de belleza, éxito, fama y fortuna),  también empuja a que las mujeres adquieran desenfrenadamente lo que ellas usan, lo que convierte al género femenino en prisioneras de las tendencias consumistas.


Aunque suene irónico, las mujeres buscan lucir bien, a la moda y con un cuerpo 10/10 no para los hombres, sino para siempre estar en competencia entre ellas. Esta constante pelea se da por una sola razón: provocar la envidia silenciosa del resto de las de su grupo que están dentro de su mismo círculo.


 


El marketing, un enemigo


“Vista con la marca de las estrellas” o “si es delgada, seguro este look es para usted”, son solo dos ejemplo de los tantos anuncios publicitarios que mueven a la masa femenina a volcarse sobre las tiendas de ropa, donde se ofrecen las prendas que están “in”. Y es que la mayoría de las ocasiones este fenómeno no se da por necesidad, sino por el simple hecho de llevar puesto lo que el resto de mujeres tiene. “Aunque no dispongo de dinero suficiente, debo tener en mi guardarropa las prendas que están en boga, porque estar al día con mi belleza, así me lo exige”, dice Sofía Morla, de 29 años, una mujer que puede ser considerada una víctima de la moda. Sobre casos como este, Cecilia Chávez opina que “si ponemos la belleza como prioridad en nuestra escala de valores, viviremos supeditadas a los dictámenes de las tendencias del momento y, solo la decisión de cómo nos sentimos al respecto, puede influir en la personalidad de cada individuo”.


 


Sentirse bella, es lucir bella


Para la sicóloga clínica, la falsa creencia de que si uno no se ve bonita, no va a conseguir pareja o no va a ser aceptada, causa que algunas personas se retraigan en su vida social porque no logran encontrar en sí mismas atributos suficientes para verse lindas. Esta situación, inmediatamente, les bloquea la posibilidad de entender que son las características individuales las que las diferencian del resto. Además, ella sugiere que “es indispensable que la gente sepa que toda persona tiene un estilo que la caracteriza y que marca su personalidad, pues la belleza en sí es notoria (externa) y otras veces, solo se deja ver con el trato (interna), pues un maquillaje o un look siempre serán pasajeros”.


 


¡Muy importante!


La moda debe ser tomada como la creación de un estilo auténtico, de acuerdo a gustos y preferencias personales. “Busque lo que la haga sentir bonita, atractiva y segura. Ahí nace el estilo propio, que será nuestra base aún cuando las tendencias sean distintas cada vez”, menciona la sicóloga clínica, quien señala que el refrán de  la moda no incomoda”  va más con las adolescentes que se pueden poner lo que deseen y no con las adultas que no deben dejarse llevar por el marketing que solo muestra las “bondades” de la vida light.


La clave está en vestir lo que la haga sentir cómoda contigo misma y no ser presa fácil del consumismo extremo y apresurado, que busca suplantar la verdadera belleza por encima de la salud emocional  y corporal.


 


Asesoría: Cecilia Chávez Bowen de Larrea, sicóloga clínica; Telf.: 2244797. Guayaquil.

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